
El pirata de los residuos plásticos
Falk Skeide es un hombre con una misión. Cuando viaja en su Fat Boy®, recoge basura por el camino; la última vez fue en una ruta que le llevó hasta el desierto del Sáhara
TEXTO: KNUT BRIEL
A primera vista, Falk Skeide no tiene nada de particular. A sus cuarenta y tantos años, es un ingeniero de formación que durante mucho tiempo fue un activo jugador de fútbol aficionado, y vive en la Alta Baviera, más concretamente en la idílica ciudad de Zorneding, cerca de Múnich. A Falk le apasiona pilotar motos, y en particular una V-Twin de Harley-Davidson: su querida Fat Boy®, que conduce desde hace 14 años.
Falk heredó su amor por las máquinas americanas de su suegro, que le legó su Electra Glide® con sidecar. La moto llevaba más de diez años sin utilizarse, y fue durante el proceso de restauración cuando a Falk le picó el gusanillo de las Harley®. Sin embargo, no le gustaban tanto las tres ruedas como las dos, y además se había enamorado del legendario diseño de la Fat Boy. Así pues, Falk vendió aquella moto y se hizo con un modelo 2005 de la madre de todas las cruiser, propulsada por un motor Twin Cam 88. “Creo que el diseño de la moto es tan perfecto que hasta hoy no le he hecho ninguna modificación”, dice Falk. “Excepto por la placa de matrícula lateral y el nuevo escape, mi máquina es completamente de serie”.

Falk prefiere dedicar su tiempo a montar en moto que a la mecánica, y para 2018 tenía la vista puesta en un viaje alrededor del Mar Báltico y hasta el Cabo Norte. Al mismo tiempo, se le ocurrió la idea de aportar su granito de arena a la lucha contra los residuos plásticos, que desde hace tiempo son una espina clavada en su costado. Su lema es dar buen ejemplo y sensibilizar al mismo tiempo; al hacerlo, quiere apelar sobre todo a los niños, cuyo futuro está en juego. A Falk se le ocurrió un nuevo nombre: “pirata de los residuos plásticos”, y ha desarrollado un taller dirigido específicamente a alumnos de cuarto curso.
“Los niños de nueve a diez años en particular absorben todo lo que les parece interesante”, explica. “Actúan enormemente comprometidos cuando se les convence de algo sin perseguir un beneficio personal”. En sus talleres, Falk motiva a los niños para que generen menos residuos de plástico, separen cuidadosamente la basura y la recojan cuando sea necesario. Es una cuestión de honor que los propios niños puedan llevar el título de “pirata de los residuos de plástico” y se les entrega una bolsa de tela con el logotipo de la campaña de Falk, que puede serles útil cuando recojan residuos. Una bolsa de tela como ésta también acompaña a Falk en sus viajes, sujeta a la Fat Boy para que sea claramente visible. Cuando aparca su Harley en una ciudad o pueblo, seguro que atrae la atención de los transeúntes, y cuando empieza a recoger basura al borde de la carretera, entabla rápidamente conversación con ellos.

Hasta la fecha, Falk ya ha celebrado más de 150 de sus talleres en Baviera, además de organizar otras actividades como una exposición de piezas de arte hechas con residuos plásticos. También completó con éxito su segundo gran viaje con la Fat Boy, con una gran atención mediática: en mayo y junio de este año, recorrió casi 10.000 kilómetros en 40 días a través de 12 países, principalmente del sur de Europa, con un desvío a Marruecos que le llevó hasta el desierto del Sáhara.
“El Sáhara y el Alto Atlas no son precisamente los terrenos preferidos para una Fat Boy”, admite Falk. “Tuve que pilotar por muchas pistas de tierra y carreteras de montaña llenas de baches, pero mi Harley lo soportó todo sin rechistar”. Durante todo el viaje, su moto sólo se fue al suelo dos veces en parado sin sufrir ningún daño, y el único defecto fue una bombilla del piloto trasero rota, que sustituyó en el concesionario H-D® de Marrakech.

En realidad, Falk no encontró la ruta en moto más bella en el Alto Atlas, ni en la costa mediterránea o el Atlántico, ni en los Alpes o los Pirineos, sino en el noroeste de la Península Ibérica. “La ruta de Oporto a Gijón, pasando por Braganza, discurre por fantásticas carreteras sinuosas y en buen estado, por colinas suaves y puertos de montaña fáciles y sin mucho tráfico”, afirma entusiasmado. “Unas carreteras de ensueño para mí y mi Harley”. El encuentro más maravilloso, sin embargo, fue uno que tuvo en Marruecos, cuando se detuvo en una pequeña aldea donde unos chicos estaban jugando al fútbol. “Los chicos me rodearon inmediatamente e incluso me dejaron participar en su juego”, llama a revisión Falk. “Como el balón con el que jugábamos no merecía ese nombre, le pregunté a un joven que nos observaba si había alguna forma de conseguir un balón nuevo. Le di dinero y se marchó en un ciclomotor. ¿Crees que fue la última vez que lo vi y que desaparecería con el dinero? De ninguna manera: seguimos jugando y, media hora después, los niños tenían en sus manos dos balones de fútbol completamente nuevos”.
Para saber más sobre los piratas de los residuos plásticos y la organización sin ánimo de lucro de Falk “PlaMPi gUG”, y para hacer un donativo, visita plastikmuellpiraten.de. Si quieres comprar tu propia bolsa de tela “pirata de los residuos plásticos” al precio de 7 euros, envía un email a info@plastikmuellpiraten.de. ■
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