Terapia de viento

La croata Kristina atribuye a su motocicleta Harley-Davidson® el haberla puesto en el camino de la recuperación y haberle dado una nueva ilusión por la vida

¿Alguna vez has ido a las tiendas a comprar una cosa determinada y has acabado comprando algo que no sabías que necesitabas? Eso es lo que le pasó a Kristina, de Dubrovnik (Croacia), cuando fue a comprar una aspiradora nueva en 2019. La tienda más cercana para el modelo que quería estaba en Split, así que hizo el viaje de 200 km con su marido Vlaho para comprarla. Dio la casualidad de que había un concesionario de Harley-Davidson® al lado de la tienda de aspiradoras y Kristina le preguntó a Vlaho si podían entrar.

“Lo único con dos ruedas que había llevado era una bicicleta cuando era niña, pero mi mayor deseo era sentarme en una Harley-Davidson y que alguien la arrancara por mí para sentir su potencia y escuchar ese sonido tan atractivo”, dice Kristina. “Entré en el concesionario con mi nueva aspiradora y el vendedor me preguntó qué moto quería comprar. Totalmente confundida, le dije que solo estaba mirando, a lo que él respondió: ‘Pero señora, esta sería perfecta para usted’. Me di la vuelta y vi una H-D® Sportster® 1200 Iron 2018, que había llevado hasta el centro de la tienda. Empecé a tartamudear, pero él insistió en que al menos me sentara en la moto y no tuve más remedio que hacerle caso. Mi corazón latía locamente, luego el vendedor arrancó el motor y me invadió una sensación de pura felicidad”.

Kristina regresó a su casa en Dubrovnik con Vlaho y la nueva aspiradora, pero no podía dejar de pensar en aquella Sportster Iron. Vlaho, que tampoco tenía conocimientos de motos, se dio cuenta y empezó a investigar sobre Harley-Davidson viendo vídeos en YouTube. “Estoy pensando en qué Harley-Davidson comprarte”, le dijo.

“Casi se me cae el plato del susto”, se ríe Kristina. “Me dijo que cuando me senté en la Sportster Iron en el concesionario y el vendedor arrancó el motor, todo a mi alrededor brillaba. Ese día decidió que me iba a comprar una moto fuera como fuera”.

Después de investigar más sobre los diferentes modelos de Harley-Davidson, Vlaho le preguntó a Kristina, que entonces tenía 40 años, cuándo pensaba sacarse el permiso para conducir motos y ella reservó las clases con toda su ilusión. Sin embargo, a mitad del aprendizaje le diagnosticaron un melanoma en estadio 3.

“Conmoción es una palabra que se queda corta para describir el cataclismo que se produce en tu vida y en la de tus seres queridos cuando recibes una noticia así”, dice esta madre de dos hijos. “Tuve que someterme a una operación de urgencia y le pregunté a Vlaho qué íbamos a hacer con la Sportster 1200 Iron que habíamos encargado, pero me dijo que de ninguna manera íbamos a renunciar a la compra porque sabía que me motivaría a luchar contra el cáncer. Cuando salí del hospital, todavía débil por la operación, le pedí a Vlaho que me llevara al concesionario y me sostuvo mientras firmaba los documentos de compra”.

La entrega de la Iron Sportster coincidió con la fecha del cumpleaños de Kristina, y ella recuerda emocionada aquel día: “Es difícil explicar el huracán de sentimientos que me abrumó: el miedo por mi vida, cuál sería el resultado de la operación y la felicidad indescriptible cuando vi la Iron estacionada frente a mi casa. Las lágrimas corrían por mi rostro”.

Desde aquel día, hace cinco años, Kristina ha disfrutado cada segundo en su Sportster Iron, que utiliza para ir al trabajo y salir a carretera, y ahora también es propietaria de una Road King® Special 2019 con la que hace largos viajes (con ambas motos han recorrido 22.000 km). Para no perderse la fiesta, Vlaho obtuvo también su permiso de moto y ahora acompaña a Kristina en una Heritage Softail® Classic. Ambos son miembros vitalicios del H.O.G.® y se unieron al H.O.G. Chapter Dalmacija Croatia y al H.O.G. Chapter Pleter Croatia, disfrutando de aventuras con personas como ellos, incluyendo un viaje por la legendaria Ruta 66 en EE. UU.

“Ser miembro del H.O.G. me ha abierto nuevos caminos; me da un sentido de pertenencia y ha enriquecido mi vida con gente maravillosa”, revela Kristina, que está viviendo la remisión de su enfermedad. “Mi experiencia al conducir una Harley® es parecida a una adicción; nunca tengo suficiente. Cada vez que monto en mi moto, el dolor y los miedos desaparecen. Ninguna terapia tiene el poder curativo de una Harley-Davidson. Con cada salida renazco y disfruto más de la vida.

Pero el verdadero héroe de esta historia es mi marido. Él supo ver mi pasión por las Harley-Davidson y, con su amor, me permitió disfrutar de cada kilómetro recorrido. Ahora, en nuestras propias motos, desafiamos todos los momentos difíciles que la vida nos depara y compartimos la felicidad y el amor”.


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