Maratón en moto

Dos amigos de California y sus motocicletas Harley-Davidson® cruzaron carreteras intransitables a altitudes vertiginosas, se enfrentaron a caimanes, esquivaron balas y escaparon de una revolución para realizar un ambicioso viaje de EE. UU. a Brasil

Paul Harder y Dick Walker pasaron nueve meses planeando un viaje épico desde Long Beach, California, hasta Río de Janeiro, Brasil, en motocicletas Harley-Davidson®, documentando sus aventuras en los números de diciembre de 1949 y enero de 1950 de The Enthusiast®.

Tras pensarlo mucho, la pareja decidió que las motocicletas Harley-Davidson eran la mejor opción para su viaje y adquirieron una FL de 1941 y una EL de 1947. Ambas motos habían estado bien mantenidas (el modelo de 1947 había servido varios años en la policía del estado de Nueva York) y estaban equipadas con depósitos de gasolina auxiliares montados en la parte delantera.

El objetivo era ir de EE. UU. al Canal de Panamá por la ruta terrestre sin recurrir a otros medios de transporte, y la esperanza era que al menos una de las motos lo consiguiera. Así pues, en febrero de 1948, con cada moto cargada con 115 kilos de equipo especial, así como pasaportes y documentos diversos, Paul y Dick partieron de Long Beach. Se dirigieron a Texas y luego a México, donde atravesaron carreteras en mal estado y montañas impenetrables, deshaciéndose de 45 kg de equipo en el sur de México antes de atravesar el norte de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua.

El buen estado del tramo nicaragüense de la Carretera Interamericana les permitió circular a 100 km/h la mayor parte del camino hasta la frontera sur. Hicieron una pausa para ir a cazar caimanes en las aguas infestadas de tiburones del lago Nicaragua, que Paul describió como una experiencia horrible.

De vuelta a las motos y una vez dejadas atrás las buenas carreteras, la pareja navegó por senderos casi infranqueables, y las motos recibieron una “paliza inmisericorde” mientras las llevaban hacia Costa Rica.

Tuvieron que pasar desapercibidos en San José en plena revolución, que puso fin a sus sueños de llegar al Canal de Panamá por tierra debido a los combates en el sur de la ciudad. En su lugar, se vieron obligados a viajar hasta un puerto por el norte y embarcar hacia Panamá. Puede que ellos sobrevivieran de una pieza, pero ¿y las motos?

“Fue sorprendente que siguieran funcionando después de su tratamiento en Centroamérica. Los habíamos hecho rodar por terraplenes, habíamos hecho pedazos las tapas de embrague contra las rocas, habíamos destrozado nuestros chasis contra los peñascos y, además, las habíamos literalmente martilleado por encima de 600.000 traviesas de ferrocarril en el sur de México”, escribió Paul.

“Nos habíamos visto obligados a utilizar gasolina aproximadamente solo un grado mejor que el aceite de carbón barato, y habíamos conducido cientos de kilómetros en medio de un polvo asfixiante en marchas cortas, retorciendo y retorciendo cada trozo del equipo auxiliar soldado a nuestras máquinas. Y aun así habíamos viajado suave y cómodamente”.

Siguieron más dramas durante su viaje a Bogotá, cuando sufrieron una emboscada y les dispararon. También experimentaron por primera vez el mal de altura en una carretera de tierra que ascendía a casi 4000 metros. Ecuador fue menos agitado, y tanto ellos como las motos atrajeron a multitudes de admiradores (incluidos animales) a su paso por muchas ciudades.

Se dirigieron a Cuzco, a casi 3000 metros sobre el nivel del mar en el corazón de los Andes, para explorar las ruinas del Imperio Inca, antes de avanzar con paso firme hacia las orillas del lago Titicaca, cruzar la frontera con Bolivia y llegar a Chile por caminos y senderos sin señalizar.

El tiempo disponible de Paul para el viaje se estaba agotando, así que decidió regresar a Estados Unidos desde Santiago de Chile, mientras Dick seguía adelante, embarcando su moto en un DC-3 y volando a Argentina. Hasta ese momento, habían recorrido un acumulado de 41.840 kilómetros sin averías mecánicas. Pero en su primer día de viaje en solitario, Dick rompió esa racha al tener problemas con el aceite. Al parecer, el frío extremo hizo que el aceite barato que utilizaban se solidificara, pero con la ayuda de mecánicos locales y una asombrosa dosis de ingenio, reparó los daños lo suficiente como para conducir unos 1100 kilómetros hasta Buenos Aires, donde el concesionario Harley-Davidson local se aseguró de que pudiera continuar su viaje. Dick y su valiente motocicleta llevaban más de siete meses en la carretera cuando salió de Buenos Aires hasta Santa Fe, y luego hacia el este, a Uruguay para llegar finalmente a Río de Janeiro.

Paul escribió que Dick había recorrido casi 27.300 kilómetros desde que salió de Long Beach, la mayoría por carreteras de tierra, soportando las sofocantes tierras bajas tropicales y las frías alturas de 3900 a 4870 metros y visitando 16 repúblicas latinas. Atribuyó gran parte del éxito de Dick a su motocicleta Harley-Davidson. “Estoy totalmente de acuerdo en que no se podría haber hecho una selección mejor del equipo. Puede que parte del mérito se deba a la suerte, pero sobre todo se debió a una cuidadosa planificación y a la inquebrantable determinación e ingenio de Dick”.


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