
Saboreando el viaje
Dos miembros del H.O.G. italiano descubrieron que un viaje por el sur de Europa en su Heritage Classic® era la forma perfecta de satisfacer su pasión por la buena comida y el vino
Antonio Perrone y Pamela Pascuzzo viven en Lecce, una espléndida ciudad histórica italiana llena de rica arquitectura barroca. Se encuentra en el extremo sur de la región de Puglia, en Salento, una franja de tierra entre los mares Jónico y Adriático conocida por su abundancia de excelentes alimentos, vinos y productos locales.
Después de unos años con una Iron 883™, desde hace algún tiempo la pareja recorre las carreteras del sur de Italia en una Harley-Davidson® que es especial tanto por su nombre como por su naturaleza. “Sabía lo que quería”, dice Antonio. “Me gustaba la Heritage Classic®, y anduve buscando una durante un par de años antes de encontrar el modelo de 1995 que tengo ahora. Sin modificarla demasiado, la preparé para que fuera cómoda incluso en los viajes largos, con accesorios de desmontaje rápido: un parabrisas, una almohadilla para el respaldo, unas maletas laterales y un portaequipajes la convierten en una moto touring, pero más pequeña y ligera. De este modo, puedo disfrutar de ella sin estos accesorios en trayectos cortos por los alrededores de mi casa; puedo redescubrir su atractivo original entre viaje y viaje”.

Después de un par de rutas por Sicilia y un breve viaje a la Toscana, Pamela y Antonio habían llegado a conocer bien su Softail®. Se sintieron a gusto con ella y decidieron emprender un largo viaje hacia el norte en busca de nuevos paisajes, aromas y sabores. Para ellos, cada elección, empezando por su moto y su ropa –tienen predilección por las prendas y complementos del catálogo H-D® Genuine MotorClothes®– es sobre todo una cuestión de estilo y carácter. “Hemos hecho largos viajes por los Balcanes y Estados Unidos con motos touring de alquiler. Pero preferimos una Harley® más ligera y ágil, aunque esto signifique sacrificar algunas comodidades. El año pasado, para satisfacer el ansia de viajar acumulada durante los meses de confinamiento forzoso, necesitábamos algo un poco más desafiante que las habituales salidas de fin de semana por el campo…”

Miembro vitalicio del Harley Owners Group®, Antonio trabaja como sommelier en un importante hotel de Lecce, y le encanta compartir su experiencia y conocimientos con los demás. Tiene un amplio conocimiento de los vinos franceses y estaba deseando visitar por sí mismo algunos de los viñedos y bodegas de renombre del país. Pamela comparte la pasión de Antonio por las V-Twin americanas, pero sobre todo ama la buena comida, y es una cocinera consumada. Se esfuerza por encontrar los ingredientes adecuados y las técnicas culinarias más eficaces. El deseo de Pamela de profundizar en el conocimiento de la cocina francesa, y de disfrutar de una comida excelente y de las especialidades tradicionales en los mismos lugares de donde proceden, ejerció un atractivo irresistible.


De esta manera, fue tomando forma la idea de combinar un intenso interés por la comida y el vino con el rítmico rugido del motor bicilíndrico más sensual del mundo. “Partimos a finales de agosto con un único objetivo: la frontera con Francia. Tras una parada estratégica en Milán, con una obligada ternera a la milanesa, continuamos hacia el túnel del Mont Blanc, llegando la noche siguiente a la Borgoña. Esta región es espléndida y alberga no solo grandes vinos, sino también paisajes increíbles. Entre viejas barricas, degustaciones, pueblos medievales y todo tipo de mercados imaginables, el latido del motor de la Harley marcaba el ritmo mientras veíamos señales de carretera que indicaban grandiosas destinaciones, como Pouilly-Fuissé, Chassagne-Montrachet y Vosne-Romanée: lugares legendarios en la industria vinícola mundial.
“Tras despedirnos de Dijon y sus increíbles mostazas, disfrutamos de un par de días de dolce far niente en Auxerre y Chablis antes de afrontar el largo camino a través de Francia hasta la costa del Atlántico…” Los dos días siguientes los dedicaron al Valle del Loira y sus emblemáticos castillos: Chambord, Chenonceau y Villandry son visitas imprescindibles para comprender el espíritu de esta región. El clima fue amable con ellos desde el principio, y el océano apareció en toda su espléndida calma en Piriac-sur-Mer, la primera parada de los cinco maravillosos días que pasaron en Bretaña. Estos paisajes son una visita obligada para todo turista en moto: fotografiar tu máquina con el telón de fondo de los inconfundibles faros es una recompensa que merece cada centímetro de las largas carreteras que debes recorrer para llegar a ellos.



“Hay algunas paradas que recomendamos especialmente”, comentan Antonio y Pamela. “Los faros de Petit Minou, Saint-Mathieu y Kermorvan son de obligada visita. Después de disfrutar de un delicioso marisco y de seguir el ritual de arrojar las conchas sobre el dique en Cancale, la capital mundial de la ostra, visitamos la ciudadela celta de Locronan y bordeamos el Mont-Saint-Michel”. A partir de ahí, la atención se centró en Normandía: tres días dedicados a contemplar la histórica y dramática Playa de Omaha, con visitas al Museo del Día D en Arromanches-Les-Bains y al Cementerio Americano de Normandía.
El viaje de la pareja continuó con otra parada estratégica en Reims, en el corazón de la región de Champagne, antes de cruzar a Alemania. Antonio quería comparar dos métodos legendarios de elaboración de vino blanco: “La suavidad de los elegantes néctares franceses provocó un deseo irresistible de compararlos con la mineralidad de los blancos del valle del Mosela, así que nuestro itinerario tomó forma: tres días en Tréveris, Sarre, Wiesbaden y Núremberg”. En este punto, dando un giro nada involuntario, nuestros protagonistas hicieron una parada en Villach, Austria. “La coincidencia en el tiempo era demasiado buena para resistirse a ella: el canto de sirena de la European Bike Week®, incluso en una edición reducida, nos había atraído inconscientemente. Ese inconfundible rugido había llegado desde el lago Faak, donde pasaron dos rápidos días más relajándose entre jarras de cerveza, algunas pruebas de motos y mucha alegría…”

Tras otra relajante parada y más degustaciones en el Tirol del Sur, la pareja regresó finalmente a casa. De vuelta a Lecce, el cuentakilómetros de su fiel Heritage Classic marcaba 7420 km. La moto no había perdido el ritmo, gracias a un cuidadoso mantenimiento y a una minuciosa revisión antes de su partida. Cinco países atravesados, 24 depósitos de gasolina consumidos y todo ello con unas temperaturas que oscilaron entre los siete y los 40º C. “Después de la multitud de emociones que experimentamos, una fue la más fuerte de todas”, dice la pareja: “¡el deseo de volver a salir a la carretera en cuanto llegáramos a casa!” ■
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