Por amor a una hardtail bobber

Cuando Les Field decidió construirse una Harley-Davidson® customizada, tenía unas directrices muy claras en mente.

Texto: Jeremy Pick
Fotos: Les Field

“La creación de esta moto se inspiró en mi difunto padre”, dice Les. “Él era un apasionado propietario de una Harley FLH del 57 y yo heredé de él el amor por las motos, junto con el lema “si no puedes comprar lo que quieres, háztelo tú mismo”. Así que cuando me puse a pensar en la moto, tenía claro que tenía que basarse en una Harley-Davidson, equipada con un chasis rígido alargado, un motor con una buena relación peso-potencia y debía ser de color dorado con el dorsal 91 en el lateral, en homenaje a la carrera de mi padre”.

La moto estaba destinada a ser un homenaje a las dragster que Mr. Field, un antiguo fabricante de herramientas para Rolls-Royce y aficionado a las carreras de dragsters, construía y pilotaba en sus tiempos. “Mi padre falleció hace cinco años, y era un completo adicto a la gasolina, además de un talento innato para las motos”, recuerda Les. “En un momento dado, batió el récord de la categoría de 1000 cc con una Vincent bicilíndrica, en una época en que estas motos no eran más que unos viejos hierros británicos obsoletos y, por tanto, baratos de comprar. También tenía una motocicleta V8 de 5,7 litros que funcionaba con metanol y tenía más de 500 CV, con la que batió el récord de velocidad del Reino Unido en el cuarto de milla con salida parada. El procedimiento de arranque consistía en ponerla en marcha sobre rodillos, sentarse y abrir el acelerador hasta que saliera una llama vertical del carburador Holley a metro y medio de altura, y en cuanto la llama se extinguía, se acoplaba en la moto y salía disparado. Con frenos de tambor. ¡Hoy en día ya no se encuentra gente así!”

Un taller bien equipado –además de su experiencia aprendiendo a desmontar y montar motores de carreras con su padre– significaba que a Les le preocupaban bien poco los retos mecánicos que ello implicaba. Con el concepto bien definido, comenzó la búsqueda de los componentes para la creación de la obra.

Pronto apareció una moto donante adecuada. Había sido construida por encargo por Sledhead Custom Cycles en Gales para un hombre llamado Ronnie Powell, utilizando su chasis patentado alargado de dragster, equipado con depósitos de aceite y gasolina personalizados y un motor Sportster® 883. Ronnie ya no utilizaba la moto y pronto llegaron a un acuerdo. Con la base de una moto ya a mano, Les desmontó todo hasta dejar el chasis desnudo y comenzó el trabajo de personalización.

Con una buena relación peso-potencia como prioridad, se subió rápidamente la cilindrada del motor Evo del 96 a 1200 cc, se llevaron a mecanizar las culatas a Bod’s Speed & Custom, con sede en Tewkesbury, y se acopló a un cambio de marchas de cinco velocidades procedente de una Harley-Davidson 883 de relación corta para asegurar unas buena arrancadas desde parado. La horquilla delantera fue suministrada por Paughco, se montó un guardabarros trasero fabricado a partir de una tapa recortada de rueda de recambio de un Ford Modelo A de 1930, mientras que el manillar procedía de una Harley-Davidson Tipo F de 1922. Con un chasis de suspensión trasera rígida y una horquilla estilo Springer, esta escasa amortiguación se compensó fabricando un sistema neumático montado en una base de asiento personalizada. Les fabricó él mismo los nuevos tubos de escape, instaló un nuevo sistema eléctrico y luces, actualizó los frenos, instaló mandos adelantados con reenvíos de latón artesanales y acopló al manillar un sistema de acelerador interno modificado.

Una vez realizado el grueso del trabajo mecánico, la chapa fue tratada con un color dorado único por Jake’s Custom Paint, creado mediante la aplicación de capas de pintura de pan de oro sobre una base negra, seguidas de cuatro capas de rojo caramelo y siete capas de laca transparente, lijando cada capa a mano. Los números 91 personalizados en homenaje a su padre fueron el toque final, y tres meses después de iniciarse el proyecto, la “91” estaba ya terminada.

¿El resultado? “La moto es ahora como yo la quería. Iba detrás de un estilo bobber de la vieja escuela que se pareciera a las viejas motos de Grass Track, pero con la fiabilidad de un motor Evo en lugar de un Shovel con pérdidas de aceite, porque me gusta poder hacer 300 km al día con la seguridad de que voy a volver a casa en moto”, explica Les. “No buscaba confort, quería que la moto fuera lo más pura y visceral posible, sin ninguna comodidad: básicamente un motor, un acelerador y la carretera abierta”.

Ahora, cada vez que Les saca la moto –a menudo para dedicarse a su pasión semiprofesional por la fotografía– atrae a un público que la observa con admiración cada vez que se detiene. ‘The 91 Bike’ tiene incluso su propia cuenta de Instagram con 32.000 seguidores.

“Trabajo desde casa como director de informática, así que la moto es la medicina para mi salud mental”, dice Les. “Cuando estás sentado en casa mirando la pantalla del ordenador todo el día, necesitas poder salir en moto al aire libre y no buscas comodidades, quieres algo puro y visceral, y eso es exactamente lo que yo tengo. Puedo sentir cada ciclo del motor y cada bache de la carretera, y eso es exactamente lo que buscaba: ¡el hombre y la moto como una sola entidad, vibrando juntos!”

“Es exactamente lo contrario de todas las motos deportivas y de turismo que he tenido en el pasado, se comporta como una moto offroad y se mueve a trompicones (al fin y al cabo, es una hardtail con horquilla delantera Springer y un motor de anclaje rígido), y si paso por un túnel y abro gas a fondo, me empiezan a temblar los ojos y veo borroso, y tengo que cortar para poder ver. Es exactamente lo que buscaba, ¡y me encanta!”

Por supuesto, ninguna moto custom está realmente acabada y Les ya está pensando en obtener más potencia llevando el motor a 1275 cc. Ahora comienza la búsqueda de la moto “de fábrica” soñada por Les: una Harley-Davidson FLH original de 1957, el último año en que se fabricaron motos con suspensión trasera rígida, en condiciones de hallazgo de granero con toda su pátina, pero esta pequeña Sportster rígida será suya para toda la vida.

“Mi padre dejó de montar en moto poco después de que yo naciera”, dice Les. “La última moto que le vi pilotar fue una Ducati que llevaba yo cuando fui a verlo a los 20 años: después de 20 años sin subirse a una moto, hizo patinar la rueda trasera, hizo un caballito y salió disparado por la carretera mojada. ¡Ya no se encuentran personajes así, y sé que a él le habría encantado la ’91’!”.


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