
Nunca se es demasiado viejo
El español Javier Quiroga sorprendió a su padre de 93 años con una ruta de ensueño en una Harley-Davidson® Tri Glide® Ultra
Me encantan las motos desde que era muy joven, pero mis padres no lo veían con buenos ojos. Sin embargo, me saqué el permiso cuando tenía 19 años y a partir de entonces siempre tuve moto, principalmente para hacer viajes cortos los fines de semana. Con los años, mi pasión no hizo más que crecer, y en 2015 compré una moto custom de gran cilindrada y comencé a viajar y descubrir otro mundo. ¡Mi vida cambió por completo y estoy encantado con ello!

Mi sueño era viajar en una motocicleta Harley-Davidson®, y ese día llegó cuando compré una Electra Glide® Ultra nueva y me embarqué en muchos viajes por España y Europa. La primera persona de mi familia que vio que mi actitud había cambiado fue mi padre, a quien llamo cariñosamente Sr. Quiroga. A sus casi 90 años, había vivido plenamente y, día tras día, me decía que la disfrutara en lo que parecía ser mi única forma de escape: mi Harley-Davidson.
Me di cuenta de que al Sr. Quiroga le gustaba verme llegar en la moto y escuchar lo que le contaba sobre los lugares que había visitado, dónde planeaba hacer la siguiente ruta y ver los vídeos de mis experiencias en mi canal de YouTube.
Mi padre siempre había sido un conductor de coche muy hábil y me había llevado a un circuito más de una vez para presumir de sus habilidades al volante. Aunque siempre decía que las motos no eran lo suyo, gracias a mí su interés por ellas empezó a crecer, y un día dijo: “Qué pena no haber conocido el mundo Harley-Davidson hace 50 años”.
¡No podía creer lo que oía! Y la expresión de su rostro mostraba emoción al descubrir, por un momento, lo que se sentía al conducir una Harley®. Esa emoción aumentó cuando ambos visitamos el concesionario Garaje Clandestino H-D® en Vigo; su rostro irradiaba felicidad, admiración y, hasta cierto punto, tristeza. De nuevo, me dijo: “Qué pena no haber conocido el mundo Harley-Davidson hace 50 años”.
Estaba decidido a que el Sr. Quiroga tuviera su momento Harley-Davidson, y aunque tenía 93 años y problemas de movilidad, tenía que encontrar la manera. Esa oportunidad se presentó en una de mis visitas al concesionario, donde estaban entregando una espectacular Tri Glide® Ultra a un cliente. En ese momento, me di cuenta de que una Tri Glide sería el modelo perfecto para una escapada padre/hijo. Le expliqué la situación al gerente y le pregunté si podía tomar prestada la moto por un día, ¡y accedió!


Con la excusa de reunirme con el Sr. Quiroga para almorzar, recogí la Tri Glide en el concesionario y fui a buscar a mi padre, todavía sin saber si aceptaría hacer una ruta conmigo. Siempre recordaré su cara de felicidad cuando me presenté en su casa con la majestuosa Tri Glide. “¿Vamos a ir en esa moto?”, me preguntó. “Sí”, respondí. “¿No querías disfrutar de una Harley-Davidson?” Y él solo dijo: “¡Vamos!”
Un poco asustado, abrumado y luchando contra sus dificultades para subirse a la parte trasera de la Tri Glide, se acomodó y coloqué el espejo retrovisor derecho de manera que lo único que podía ver era su rostro. Sonreí cuando se apoyó en el gran respaldo, con los brazos cruzados, esperando a que nos pusiéramos en marcha.
Después de unos cuantos consejos de seguridad, salimos. Ni siquiera habíamos recorrido 200 metros y ya parecía un niño el día de Navidad abriendo sus juguetes. Después de unos kilómetros, no pudo contener su alegría por más tiempo y soltó: “Javier, no me sorprende que te guste tanto viajar en moto. ¡Esto es maravilloso!”.
De la boca del Sr. Quiroga solo salían expresiones de felicidad mientras disfrutábamos de curvas y paisajes diferentes. “Conozco todos estos lugares, pero se ven diferentes desde una moto”, me dijo.
Después de comer, nos dirigimos a casa. El cansancio estaba ya pasando factura al cuerpo de mi padre, pero en ese momento confiaba tanto en mí como en la máquina y podía simplemente relajarse, sentarse y disfrutar de la ruta mientras yo exprimía la potencia de la Tri Glide con sus sonoros escapes Screamin’ Eagle®, lo que le dibujó una enorme sonrisa en el rostro.
Cuando finalmente llegamos a la puerta de su casa, me dio las gracias con lágrimas en los ojos. “Pensaba que mis días de nuevas experiencias habían terminado”, me dijo.
Estoy muy orgulloso de haber podido regalarle a mi padre este momento, y espero que no sea el último que pasemos juntos en una Harley-Davidson. Puedes ver la aventura del Sr. Quiroga en una Tri Glide en el canal de YouTube de Javier.

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