Viajando por el mundo con mi Harley-Davidson

La aventurera Elena Axinte ha conseguido convertir su pasión por las dos ruedas en toda una forma de vida

Texto: Jeremy Pick

Muchos motoristas sueñan con hacer las maletas y dar la vuelta al mundo en su Harley-Davidson^®. Elena Axinte, o Hele Biker, como se la conoce en las redes sociales, ha convertido ese sueño en realidad, viajando constantemente mientras documenta sus aventuras para sus legiones de seguidores en las redes sociales.

“Llevo casi cinco años viajando por el mundo sólo con mi Harley-Davidson, tres maletas y un corazón lleno de sueños”, explica Elena. “En todo ese tiempo, siempre he confiado en la hospitalidad de la gente local: me enorgullece decir que nunca he pasado una sola noche en una habitación de hotel ni en ningún tipo de alojamiento comercial, ni he tomado un solo vuelo”.

Para Elena, originalmente actriz de y terapeuta teatral, la chispa de lo que se ha convertido en una pasión que lo consume todo empezó hace ocho años, cuando fue de paquete en la Harley-Davidson de su novio. Aunque aquella relación no perduró, ese paseo en moto desencadenó una pasión por las Harley-Davidson que creció y creció.

“Para mí fue un amor a primera vista”, recuerda. “A pesar de no tener ningún conocimiento previo sobre motocicletas, sentí una conexión inexplicable. Era como si algo dentro de mí resonara con la esencia de Harley-Davidson. Mirando atrás, ahora creo que fue el destino. En aquel momento, lo único que sabía era que quería una Harley^® en mi vida, ¡sin comprender del todo a qué me llevaría!”

Casi inmediatamente después, visitó el concesionario H-D^® de Milán y, a pesar de no tener permiso de moto en ese momento, se compró una Iron 883™. Desde el primer tembloroso contacto con la moto por Milán, Elena quedó totalmente prendada, y aquel primera experiencia dio lugar a viajes más largos: a la montaña, al mar, a Suiza.

Elena no sabía hasta qué punto aquella moto transformaría su vida en muy poco tiempo. “Ir en moto y la carretera se me metieron en las venas”, afirma. “Era como una adicción. Cada vez deseaba más la carretera, y las rutas cortas ya no me bastaban. El pilotaje se convirtió en mi meditación y mi libertad, anclándome en el aquí y el ahora, aportándome equilibrio y concentración y, lo que es más importante, esa abrumadora sensación de libertad. Ir en moto se convirtió sencillamente en algo más que una pasión: se convirtió en mi filosofía y mi forma de vivir”.

A medida que las salidas y las rutas se hacían más largas, aumentaba el deseo de vivir más aventuras. Apenas un año después de iniciar su viaje en moto, Elena decidió que su siguiente gran aventura sería pasar tres meses atravesando África sobre dos ruedas, inspirada por los viajes de una compañera de viaje en moto y espíritu libre: Anna Grechishkina.

“Anna se convirtió en una de mis mayores inspiraciones y conocer su viaje fue todo lo que necesité para creer que yo también podía hacerlo, a pesar de ser una motorista inexperta”, dice. “A medida que profundizaba, descubrí que estuvo viajando continuamente durante tres años. Era la primera vez que oía hablar de algo así. De repente me encontré en un mundo nuevo: el mundo de los nómadas. Fue como si hubiera descubierto algo que llevaba esperando toda la vida. Cuando una chispa se encendió en mi alma, lo supe: ¡esto es lo que quiero hacer! Así es como quiero vivir”.

“Todo se desarrolló en una noche transformadora que siempre recordaré. Sentada allí, con un mapamundi a mi lado, tomé la mayor decisión de mi vida: el verano siguiente me embarcaría en mi aventura africana y, a mi regreso, cerraría todos los ‘círculos de mi vida’ en Italia para abrazar una nueva vida nómada en la carretera con mi moto. Y eso es lo que hice”.

La aventura de Elena comenzó en el verano de 2018, cuando emprendió su viaje por África, atravesando siete países en cuatro meses. Después, ya no hubo vuelta atrás: al regresar a Italia, Elena puso fin a sus proyectos y a su vida laboral, hizo las maletas y se embarcó en la vida que lleva hoy, totalmente en la carretera.

Desde aquel crucial día en que dio su primera vuelta en una Harley-Davidson, Elena ha recorrido casi 200.000 km y visitado 35 países en su fiel compañera, la Sportster^® Iron. Esos viajes han incluido la travesía de los Balcanes, luego una ruta a través de Turquía hasta Oriente Medio – Líbano, Siria, Jordania, Arabia Saudí, EAU, Omán, Yemen, Qatar, Bahrein, Kuwait e Irán – y después hasta Pakistán, India, Bangladesh, Bután y Nepal.

“Con cientos de historias y experiencias de pilotaje a mis espaldas, las que más me gustan son las que me han acercado a personas y lugares extraordinarios”, dice Elena. “He conseguido llegar a destinos que parecían imposibles o de muy difícil acceso, como Siria y Yemen en tiempos de guerra, así como Bután y el Tíbet con sus estrictas normas. He explorado zonas remotas, como el Rub’ al Khali – el ‘Barrio Vacío’ –, el mayor desierto de arena ininterrumpido del mundo; llegué a la carretera asfaltada más alta del mundo en el paso de Umling La, en la India, a 5830 m de altitud, y mi Iron y yo nos enfrentamos al terreno montañoso offroad extremadamente desafiante de Mustang, en Nepal. Incluso viajé al Campo Base del Everest por carretera en Tíbet y crucé siete puertos de más de 5000 m en condiciones invernales”.

“Quizá el reto más duro fue la travesía entre el Tíbet y China en diciembre, cuando me enfrenté a temperaturas gélidas de hasta -20°C, a altitudes de más de 5000 m… ¡y de acampada! Sólo así pude llegar, cuatro años después, a la etapa actual de mi viaje: el Sudeste Asiático. Desde China, entré en Laos y actualmente estoy en Tailandia, continuando mi viaje de exploración y descubrimiento.

A pesar de ser una mujer motorista viajando sola, Elena afirma que siempre ha recibido el respeto y la admiración de quienes ha conocido: hombres, mujeres y comunidades, desde los más abiertos de mente hasta los más conservadores. Nunca se ha sentido discriminada; de hecho, una de las mayores dificultades ha sido despedirse de la gente que se ha ido encontrando por el camino.

“Después de casi cinco años de viajes ininterrumpidos, no sólo tengo intención de continuar, sino que ya no puedo imaginarme vivir de otra manera”, dice Elena. “Mi gran sueño es atravesar todos los continentes, así que ahora aspiro a llegar a Australia y a continuación, recorrer toda América de norte a sur. Quizá llegue incluso a la Antártida. Después, volveré para completar mi exploración de África y Europa. Quién sabe si me cansaré demasiado o envejeceré antes, pero hasta entonces, ¡quizá nos encontremos en el camino!”

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